2. MÁS ALLÁ DE LA AFILIACIÓN: LA EXPERIENCIA DE ACEPTACIÓN Y RECHAZO DE LOS DEMÁS
El motivo de afiliación va más allá de nuestros intentos por establecer interacciones con otros, ya que también deseamos que los demás quieran afiliarse con nosotros.
Desde el momento en que desarrollamos relaciones con otras personas, evitamos que terminen, incluso aunque ya no tengan valor instrumental o hasta puedan suponernos costes.
Nuestro deseo de aceptación y pertenencia está en la base de muchas de nuestras conductas, por eso las personas intentan comportarse de forma que consiga que otras las acepten, aún así a veces somos rechazados o nos sentimos así sin serlo.
El mejor modo de conceptualizar las experiencias subjetivas de aceptación y rechazo es considerándolas como áreas a lo largo de un continuo de valor relacional percibido (grado en que una persona cree que los demás consideran la relación con ella valiosa o importante (Leary).
Podemos percibir que la relación con nosotros es muy valiosa e importante para una persona y para otra ser poco o nada valiosa.
Si percibimos que nuestro valor relacional para otra persona o grupo es aceptablemente alto nos consideramos aceptados.
Los sentimientos de rechazo surgen cuando percibimos que otras personas no valoran tener una relación con nosotros tanto como nos gustaría (Leary, 2005).
La experiencia psicológica de sentirse aceptado o rechazado depende de si el valor relacional es tan elevado como desearíamos.
Es una experiencia subjetiva que guarda poca relación con el grado real de aceptación o rechazo (en una relación romántica en la que existe amor y compromiso, nos podemos sentir rechazados porque nuestra pareja declina una petición que hemos realizado, como salir a cenar; simplemente porque en ese momento percibimos que nuestro valor relacional para nuestra pareja no es tan alto como nos gustaría).
Ser valorado relacionalmente aumenta la probabilidad de aceptación y de obtener mayores beneficios en la vida; por eso muchas de nuestras conductas son esfuerzos para promover y mantener nuestro valor relacional.