4.1. Me gustas si te pareces a mí: efecto de la semejanza en la atracción
Estudio de Newcomb (1961), seleccionó un grupo de estudiantes al inicio de un curso para compartir habitación con otro compañero.
Los resultados mostraron que aquellos que eran similares en actitudes y valores terminaron siendo en amigos.
Principio de semejanza: las personas se sienten más atraídas hacia quienes son semejantes a ellas. Según la teoría del equilibrio de Heider, las personas semejantes se gustan entre sí porque forman un sistema equilibrado que les aporta armonía y sentimientos positivos, mientras que un sistema desequilibrado les puede provocar malestar psicológico.
La semejanza genera atracción porque cumple funciones adaptativas como facilitar interacciones diádicas, promover un sentido de familiaridad y seguridad, y validar el autoconcepto (Byrne).
Las investigaciones de Byrne, demostraron que los participantes de sus experimentos se sentían más atraídos hacia una persona desconocida con quien compartían muchas actitudes, que hacia una persona desconocida con quien compartían pocas actitudes.
Pero la evidencia es más débil acerca de la relación entre atracción y rasgos de personalidad.
Ley de la atracción de Byrne o ley de la semejanza de Byrne: las personas se sienten más atraídas hacia otras personas objetivamente semejantes (semejanza real) que hacia aquellas con quienes comparten pocas características, creencias y/o actitudes.
Las investigaciones también han considerado la influencia de la semejanza percibida en la atracción, demostrando que tanto la semejanza real como la semejanza percibida entre los dos miembros de parejas casadas predecían el ajuste marital.
Otros investigadores han defendido que no es la semejanza real sino la percibida, la que predice en mayor medida la atracción, o incluso que el efecto de la semejanza real sobre la atracción está limitado a interacciones con cómplices o impresiones de un “falso desconocido” en estudios de laboratorio, debilitándose a medida que aumenta el tiempo de interacción.
El paradigma del falso desconocido (Byrne): demostró que la semejanza en actitudes generaba una mayor atracción y no al contrario (la atracción genera percepción de semejanza).
Los participantes rellenan un cuestionario y después leen otro supuestamente de un desconocido (en realidad lo rellenaba el experimentador con un 10%, 20% o 50% de semejanza).
El experimentador manipula la Variable Independiente (grado de semejanza), permitiéndole determinar en que medida la semejanza afecta a la atracción.
Al leerlo, el participante debía decir cuánto le atraía esa persona.
Permitió estudiar científicamente que ocurría antes, si la semejanza o la atracción; determinando de forma precisa que cantidad exacta de semejanza precedía el grado de atracción.
Montoya, Horton y Kirchner (2008), realizaron un meta-análisis a partir de 313 estudios (de laboratorio y de campo), sobre los efectos que la semejanza en actitudes o en rasgos de personalidad tiene en la atracción interpersonal.
Incluyeron estudios sobre semejanza real (grado en que una persona es realmente semejante a otra) y percibida (grado en el cual una persona cree que es semejante a otra).
Los resultados fueron:
- La semejanza real sobre la atracción: dependía de la cantidad de interacción con la otra persona (relación romántica, cómplice, desconocido), disminuyendo el efecto a medida que la interacción aumentaba. La semejanza real era un fuerte predictor de la atracción cuando no había tenido lugar interacción (como el paradigma del falso desconocido), era un predictor moderado cuando la interacción era breve (unas horas) y no predice la atracción cuando ya hay una relación. La semejanza real influye en la etapa de formación de relaciones.
- La semejanza percibida estaba asociada con la atracción independientemente de la cantidad de interacción, por tanto, su efecto se produce con independencia de la etapa en la que se encuentre la relación.
Ya que con el meta- análisis apenas se incluyen estudios que analizarán interacciones iniciales con parejas potenciales, Tidwell, Eastwick y Finkel (2012), estudiaron los efectos de la semejanza (real y percibida) sobre la atracción, cuando los participantes realmente se encuentran por primera vez con una potencial pareja romántica, utilizando el método de las citas rápidas (speed-dating).
Este diseño experimental comparte características con situaciones cotidianas en las que encontramos y evaluamos parejas potenciales (barra de bar, fiestas…) y ofrece unas ventajas a los experimentadores:
- Permite evaluar los datos de los dos participantes y compararlos.
- Minimiza errores de memoria (las valoraciones del otro participante y de la interacción pueden hacerse segundos después).
No reproduce fielmente lo que ocurre en la vida diaria, pero los participantes pueden encontrarse con potenciales parejas, que podrían no haber conocido nunca, pero permite actuar con parejas potenciales reales (no cómplices o falsos desconocidos), ofreciéndoles poder descubrir por si mismos lo semejantes que son entre sí.
En el estudio llevado a cabo por Tiwell, los participantes completaban un cuestionario, días antes de la sesión de citas rápidas, sobre rasgos de personalidad y características demográficas. En cada sesión mantenían unas 12 citas de 4 minutos.
Tras cada cita completaban un cuestionario de un par de minutos sobre aspectos relacionados con la cita. Los investigadores encontraron que:
- La semejanza real no predice la atracción romántica (ni cuando la semejanza se produce en rasgos de personalidad ni en actitudes).
- La semejanza percibida sí es un predictor de la atracción en este tipo de encuentros.
La semejanza real podría servir como una ley del mantenimiento de la relación, más que como una ley de la atracción (Tidwell).
Se contradice con el meta-análisis de Montoya, pero hay que tener en cuenta que el de Tidwell se ciñe a los encuentros románticos iniciales cara a cara.
Los Psicólogos Sociales han intentado conocer los procesos a través de los cuales la semejanza ejerce sus potentes efectos. Como síntesis:
- Nos sentimos más atraídos hacia otras personas objetivamente semejantes a nosotros, especialmente en actitudes y no tanto en rasgos de personalidad.
- La semejanza real predice la atracción en la formación de la relación, pero no cuando ya está establecida.
- La semejanza percibida predice la atracción independientemente de la etapa que atraviese la relación.
- Contra los resultados meta-analíticos, la semejanza real no predice la atracción, a pesar de ser la etapa de formación, llevando a seguir investigando.
En algunos casos, aunque no lo parezca, no está operando el principio de semejanza a la hora de establecer una relación ( si existe semejanza entre dos personas en atributos socialmente valorados, como el atractivo físico, estas dos personas pueden terminar juntas no porque la semejanza les genere una mayor atracción, sino porque todos deseamos parejas con las mejores cualidades, pero suelen conformarse con las parejas que pueden conseguir.